Miseria,
envidia y poesía
Miseria: escasez de
dinero y medios para vivir.
Envidia: sentimiento que busca que al otro le vaya
peor.
Poesía
contemporánea: expresar emociones,
sentimientos e ideas donde quien lee da sentido al texto.
Hace ahora, casi
treinta años, un abogado javeriano que fungía de rapsoda solicitó los servicios
civilizadores de otro inspirado a fin de favorecer, perjudicándole, a su enemigo
en los campos de la lírica. Se trataba, en la apariencia, de aliviar las afugias
del autodenominado Poeta
Nacional, víctima del desempleo y la pobreza. El futuro favorecido conducía
un rebaño de pariguales que
compartían sus odios y arrojo para castigar, con vacías botellas de anís, en la
Cantina de Marielita, a todo cantor consagrado o gacetillero de prensa y radio.
Mario Rivero, Isaias Peña Gutierrez, Giovanni Quessep, José Luis Diaz Granados:
primo en décimo grado de García Marquez y cantor del Doctor Santomafia, Eduardo
Gómez, Dario Ruiz Gomez, José Mario Arbelaez, Nelson Osorio Marin, Ignacio
Escobar Urdaneta de Brigard, Miguel Mendez Camacho, Armando Orozco, Manuel
Hernández, Henry Luque Muñoz, JG Cobo Borda, Alvaro Miranda y muchos más cayeron
bajo la estallante damajuana del hijo de Rubayata. Unas veces por malos poetas y
otras, por ir ellos también, con malos poetas. De allí que el abogado
javeriano, que ya había sido
sometido al puño de hierro del derelicto, temiendo que en su espléndida nueva
oficina de Gerente Cultural fuese atacado por la insania misma, creó, con la
colaboración de una diminuta institutriz de la Universidad de los Andes, un
taller de poesía que financiado con el dinero de todo el mundo, diera alguna
holgura al Poeta Nacional y calmara sus resacas de odio. Asombrado ante tanta
generosidad para con tan pugnaz enemigo, el inspirado intermediario preguntó al
Gerente por qué lo hacía y este, ni corto ni perezoso, le endosó la respuesta
iluminada: “Es que haciéndole favores se
le hace más daño”.
Desde entonces el ex
Gerente Cultural no ha reculado en sus amparos, que incluyen un Doctorado de la
Universidad Malatesta, 10 años de publicidad permanente en el Magazín Dominical
de El Espectador, 30 años de salario fijo en Casa de
MaMeCa y las recompensas Bonald Baraibar, Antioquía University, Aposento del
Libro, Madame Ivonne, Gabinete de la Sapiencia, Fernandez Retamar y Chus Visor,
mudando el energúmeno en la paloma lírica más odiada de Colombia, el único país
del mundo con el 80% de sus escasas 335 librerías en tres de sus ciudades, 1200
Bibliotecas Públicas en municipios plagados de analfabetos y desplazados con
libros españoles que nadie lee, y sólo un 4% de usuarios de Banda Ancha con una
población de 43 millones.
Odio contra la
energúmena paloma del ayer que tuvo su primer capítulo cuando para darle un
baculazo a su gloria el propio Gerente Cultural y su partenaire Ma-Me-Ca decidieron importar
a la capital de la república al cartagenero Raúl Gómez Jattin cuya fama de poeta
iba de la mano de su desgracia como enfermo síquico, lo cual garantizaba que
cualquier gloria que llegase a alcanzar no le beneficiaría nunca sino que haría
mucho daño al Poeta Nacional. Lo que no estaba en sus pírricos presupuestos,
para coronar esta pilatuna contra la fama del hijo de Rubayata, ganada mediante
el ejercicio del botellazo en la cabeza, fueron los incendios y aquelarres que
les propinó Gomez Jattin al Gerente Cultural y su partenaire, que terminaron por llamarse
por cuenta del cartagenero, La Hiena
y La Garza Coja de la Poesía
Colombiana. Gomez Jattin fue asesinado mediante el odio contra los locos y
la poesía en 1997, hace 12 años, los mismos que los enemigos del Poeta Nacional
han tardado en construir un Golem de Gómez Jattin para hacer más duros sus
últimos días.
No de otra manera puede
entenderse la cascada de artículos que la Gran Prensa [léase Josémario, Cobo
Borda, William Ospina, Nicolas Suescun, Abad Faciolince, Enrique Serrano,
Patricia Lara, etc.] dispensa estos días a unos textos borrachos de metáforas,
dignos de la arquitectura infernal de Piranesi, que sólo alcanzan claridad
mediante el deseo de sus adictos, que odiando al Poeta Nacional, sienten el
aleteo de la poesía en esos galimatías cruzados y teñidos de cavernas de la isla
de Calipso, los difusos rayos de Piros, los arcos, escaleras y jarrones del
palacio de Alcínoo, los candelabros, lápidas, trípodes, ornamentos, criptas,
rejas y puentes levadizos del cementerio de Bunhill Fields mientras Remedios La
Bella, peina en La Mohana su melena de 15 metros y la voz de Tamerlán rompe
hielos azules en Noruega:
En su espalda hay un
talismán que me horroriza,
una luz que me aterra
como si fuera el polvo del Zuco.
Por la noche el sueño
no me da reposo, me desgarra.
Imagino que ya soy un
dios, que es mío el infinito.
Pero en mis brazos soy
una multitud de creyentes
ardiendo en el lecho de
temblor y sexo
mientras desde los
astros cae la nieve que me enfría…
[Con una mano escribo y la otra me
sostengo]
Fernando
Denis[1],
hay que decírlo, ha vivido en el inframundo al servicio de la grandeza de
William Ospina. Es su Duque de Otranto desde el año que vivió en la Maison de la
Nueva Santa Fe en el antiguo barrio Santa Bárbara. Entrada la mañana llegaba el
Duque, mientras en las sombras del amanecer desfilaban los Nerones y Calígulas
ahítos de placer. Esos fueron los años de La Franja Amarilla, hoy Azul de Metileno. Como en aquella vieja
novela alemana de la posguerra donde se inspiró Brecht para escribir La Opera de los Tres Centavos, La Doña tiene un ejército de
desechables que calibran su fama y el peso de sus ingresos, hoy descomunalmente
crecidos merced a Samuel Moreno Rojas, el hijo predilecto de Samuel
Moreno Díaz el yerno de Gustavo
Rojas Pinilla, causante supremo de su desprestigio y caída.
Pero la Palme d´Or de las lisonjas propinadas a
la soberbia obra de Fernando Denis, --nuevo dolor de cabeza de Juan Manuel
Roca-- lo ejecuta la revista Arcadia, maestra de maestros en
perversidades.
Dice la anónima
directora que el verso [¿?] de Denis
es “sin corsés, con una musicalidad antigua, inspirados por la pintura
prerrafaelita y teñida de colores del trópico y hermosas fulguraciones de otros
tiempos”. Por tales motivos declara, así no mas, como quien no quiere la cosa,
pero queriendo, La geometría del agua
[sic] el Libro del Año. Lo que no
dice la nota de Arcadia es que el
“hasta hace poco empedernido bohemio” es por el momento uno de los más exitosos
predicadores de una iglesia protestante de la Séptima con 34, donde con El Libro en la mano ejecuta los más
singulares sermones, con pataletas de perdón y danzas macabras de limpieza del
alma, todos los domingos a las Once de la mañana, de donde sale a vender sus
libros en el Mercado de las Pulgas, cuando despluma una legión de ingenuos que
creen está salvado del infierno de la vida diaria. El único que no se ha comido
el cuento es el hoy escéptico ex Gerente Cultural, que ante tanto prestigio ha
dicho: Pobrecito, como se vuelva pastor, se hará rico,
pero nadie va a pensar que fue poeta. En Colombia solo los miserables merecen la
Gloria.
[1] Según una reseña de un libro venezolano, “Fernando Denis (seudónimo de José Luis
González Sanjuán) nació en 1968 en Ciénaga. Autodidacta, desde muy temprano su
vida transcurrió en las calles, en el mundo nocturno de ingentes cantidades de
alcohol, durmiendo en plazas y parques, escribiendo en hojas sueltas, y leyendo
en bibliotecas públicas. Harapiento y marginal fue protegido y ayudado por
numerosos mecenas, uno tras otro, en diferentes épocas de su vida. Hoy en día
muchos de los poetas más reconocidos de Colombia lo consideran uno de los más
notables del país.”
Harold Alvarado Tenorio
http://www.arquitrave.com
http://www.haroldalvaradotenorio.com
057/6/3204454****057/320/306 64 54
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